Voy a contaros la historia de una de esas personas. Hace un año y poco más, nos odiábamos. Sinceramente, no sé por qué, pero no podíamos ni mirarnos. Una mañana de sábado, no recuerdo cual de las dos empezó a hablarle a la otra por chat reclamando una explicación para aquel odio, y ninguna de las dos supo contestar. Con el tiempo, esas conversaciones se hicieron más y más continuas. Llegamos a hablar de todo, de todos los problemas que teníamos tanto una como otra. Amor, familia, estudios. Absolutamente transparentes por chat, pero por fuera seguía todo igual. De repente una tarde de nuestros épicos Viernes, nos encontramos en el mismo grupo de gente. Fue uno de esos Viernes que te lo pasas especialmente genial, de esos Viernes que un año después recuerdas y sonríes. Pues ese primer Viernes juntas nos dimos nuestro primer abrazo. Después de ese Viernes vinieron quedadas, más Viernes, más abrazos y más y más secretos.
Ahora después de un año, no puedo decir que seamos las mismas personas. Sinceramente, las dos hemos cambiado, pero de manera diferente. Yo he cambiado en la manera de vestir, he cambiado de peinado y me río más por todo. Ella es otra persona, a veces me da miedo hasta nombrarla por si el último buen recuerdo que tengo de ella se esfuma con el aire, por si todas las conversaciones que quedaron guardadas en mi memoria se esfuman en ese último aliento. La miro y no la veo, no la reconozco. Pero siempre quedará dentro de mí el buen sabor de boca de que yo la conocí realmente, como ella era. Que todas las personas a las que ahora llama "amigos" no la conocerán nunca como yo la conocí, como realmente es. Con todas sus manías, con sus risas, con sus lágrimas. Con sus problemas y sus alegrías. Nadie conocerá tanto sus defectos como sus virtudes, nadie la verá como yo la vi. Transparente.
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