lunes, 5 de diciembre de 2011

Smiles.

Hay días que no te sale la sonrisa, que por muy iluminado que esté el sol tú no puedes hacer nada para secar tus ojos. La sensación de que el suelo se hunde bajo tus pies te persigue, de querer gritar para que alguien de este jodido mundo te escuche. Y es entonces cuando la persona adecuada aparece, que nada más verte corre hacia ti para abrazarte, para decirte lo mucho que te ha echado de menos esa semana, que te quiere. Y es ahí cuando te das cuenta de que te espera una buena tarde. Y así es. Risas, secretos, cotilleos. Pasear cogidas de la mano por la Plaza Mayor, tumbadas en el césped del pabellón y hablar de todo, reiros de lo más tonto. Solo algunas personas tienen el poder de hacerte así de feliz, y para mí tiene hasta nombre. Tal vez no esté en su mejor momento y ahora sea a ella a la que le cuesta sonreir. Le han roto el corazón, en mil pedazos. Le han hecho daño y no sé como puede seguir viva. La han dañado en lo más profundo, pero ¿sabeis qué? Que sigue adelante, luchando e ilusionada con la vida. Sigue como si nada hubiera pasado y no creo que permita que nadie la vea mal, y si en algún momento le cuesta más sabe que aquí estoy para todo lo que necesite, para llorar, para reir, para hablar, para estar en silencio. Sabe que tiene sobre quien apoyarse para no dejar de sonreir. No va a dejar que jueguen con ella más, y la admiro por como lo ha asimilado todo. Por lo menos, ha vivido la experiencia. Y yo con ella.

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