lunes, 12 de diciembre de 2011

There.

Jamás voy a olvidar todas las sensaciones que viví en aquella ciudad encantada. Todas las sonrisas que se me han escapado con cada vista, con cada palabra mal pronunciada. Cada vez que al llegar a aquella mágica casa la pequeña Maisy se me echaba encima y a cada ladrido me pedía que no me marchara. Cada vez que al levantar por la mañana me daba cuenta de que era real, que estaba entre aquellas sábanas con la estufa encendida y los muebles de madera pintados a mano. Cada paseo en los que Winnie hizo de guía. Cada película en inglés. Cada dependiente que no nos entendía. Cada té inglés y cada chocolate caliente. Aquel parque verde con aquella magia, aquellos lugares que te pedían a gritos un vistazo. Cada cabina roja. Cada lágrima de aquella última noche. Cada lágrima en aquella última cena y en aquel último desayuno. Aquella despedida en la que nadie fue capaz de secar mis ojos. Aquella sensación de nostalgia en el avión de regreso a casa.

Sé que en algún momento tendré que volver a visitar aquellos lugares de los que estoy totalmente enamorada, ya que sino la cuidad me perseguirá y me moriré de pena.

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