domingo, 22 de enero de 2012

This is it.

Esto es todo. Se acabó. Ya no hay más, nada más. Es el final. No sé de qué, pero un final al fin y al cabo. Ahora sólo hay que esperar a que se recomponga mi corazón para pegarlo con fiso, secarme todas las lágrimas que haya derramado hasta entonces y levantar la cabeza. Pero no veo fuerzas, no encuentro nada dentro de mí que me diga: "Sigue adelante, porque tú puedes". ¿Y si no hay nada que me diga eso? ¿Y si lo único que puedo hacer ahora es quedarme sentada con mi soledad en una silla de plástico que el polvo a cubierto con el paso de los años mientras de dos gigantescos altavoces suena una y otra vez sin fin la letra de una canción que me hace llorar? Una canción que consigue sacar los mejores recuerdos de mi vida que cada segundo quedan más atrás, dejándome una sensación de vacío al saber que a cada instante los he perdido un poco más, hasta que no quede nada. Hasta que lo único que quede sea el recuerdo de aquel día 11 muertos de frío, intentando buscar cariño donde sabíamos que no iba a ser negado, buscando unos labios que no sabíamos cuanto llegarían a importarnos, hasta que no nos importaran más. Aunque sí, sí que importan.
Por quererte, por querer quererte,
dejé de lado todo lo que sentía,
yo no sabía que tu amor escondía
la soledad.

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