domingo, 27 de mayo de 2012

Fly.

Estaba ahí, apunto de saltar, al borde del acantilado. 8 metros quedaban a la vista por debajo de mí. 8 metros. Tenía un nudo en el estómago, mis piernas temblaban. ¿Estás decidida? Y no lo estaba, no lo estaba y necesitaba pensar en algo que me diera el empujoncito que necesitaba para saltar al vacío. Voy a saltar. -Lo sé. Eché un vistazo atrás, a la gente que me gritaba que saltase. Pensé en todo lo importante de mi vida, pensé en todo lo que componía mi cuerpo, mi mente y mi corazón, y salté. Y en esa milésima de segundo en la que mis pies se separaron del suelo lo único que fui capaz de pensar fue que ya no había marcha atrás.. Si salía bien, perfecto; si salía mal, no tan perfecto. La sensación de libertad, de que allí nadie podía impedirme nada. Estaba volando, el aire y yo fuimos uno por un instante.Y durante esos dos segundos entre el acantilado y el agua se me pasó toda mi vida por los ojos, todos los momentos que me habían marcado, todas las personas importantes para mí. Y de repente todo empezó a ir a cámara lenta, y pude notar como el agua iba recorriendo cada centímetro de mi piel, como el agua helada iba calándome hasta los huesos y cuando me vi sumergida totalmente abrí los ojos y observé la mar desde dentro. Comencé a nadar hacia arriba pero realmente no quería salir de allí, me impulsé como pude y la corriente me quería llevar con ella. Y el agua y yo nos fundimos en un solo ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario