miércoles, 27 de marzo de 2013

Día I

Primer día sin ti.

No he pegado ojo amor, media hora a lo sumo, y sólo ha servido para empeorar las cosas, creo que ha sido la pesadilla más horrible de mi vida. Incluso más horrible que la de la noche anterior. Estaba encerrada en un sitio negro, completamente negro, no se diferenciaban paredes, techo o suelo, como si no hubiera diferencia ni frontera entre uno y otro; tú estabas delante mía, a un paso, pero si yo me acercaba tú te alejabas y si yo me alejaba tú te acercabas, manteniendo siempre la distancia, solo que si alargaba la mano llegaba a ti, pero no podía tocarte, eras como un fantasma, te traspasaba, pero no dejabas de sonreír. Eres tan sexy cuando sonríes... 
Creo que hoy no he resistido más de veinte minutos seguidos sin llorar, veintitres como mucho, supongo. Sigues estando conmigo, es como si estuvieras aquí abrazándome, acariciándome, provocándome. Como siempre. Como si nada hubiera cambiado. Pero, ¿qué ha cambiado? Porque lo único que ha cambiado en mí es que me siento como si no fuera a salir nunca de este maldito pozo, como si no se fueran a acabar nunca las malditas lágrimas, con la maldita sensación de que hablarte está prohibido, de que todo sigue igual pero demasiado diferente, pero que a pesar de todo yo ansío besarte y tú ansías besarme a mí. Es como si no estuvieras aquí pero te siento cerca, o peor, como si estuvieras aquí pero no pudiera tocarte. No desaparezcas.
Necesito sentirte una noche conmigo, una única noche, aunque no pase nada, aunque ni nos rocemos, necesito que, cuando te vayas, no me quede con la sensación de que me he quedado vacía, y la única forma es despedirme así. Te necesito conmigo. Siempre. Ahora, en Mayo y en Septiembre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario