El cielo me sonríe, azul. Las montañas me protegen las espaldas. No hay nubes pero sí las hay, sutiles y frágiles como si las hubiesen pintado sin llegar a tocar el lienzo. El viento me despeina delicado mientras el sol derrite mis dudas infinitas. Que ya no existen.
Tengo tantas ganas de volar.
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